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Enganchada a una lengua/ como a una madre, es tremenda Peri Rossi, feroz como una loba a la que han dejado sola (aunque podríamos encontrarle una hermana en Thénon). Sarcástica, impiadosa, descarnada, trató a la poesía como la hembra de otra hembra y escribió con desparpajo el desgarro del exilio y el deseo lésbico. Lo suyo no es la ternura ni el lamento, lo suyo es el aullido.
María Teresa Andruetto
Desde la lírica amatoria, en la que el registro de la lengua oscila entre el erotismo y la exaltación refinada, hasta los poemas de denuncia, de exilio, la nostalgia, el sida, el supermercado, la escritura, las revelaciones, Cristina Peri Rossi es un cuerpo que se alivia en el desborde, una lengua virando hacia el gemido, el grito que encuentra, en la palabra, un límite probable.
Elena Anníbali
Una mujer de 69 años juega a la Playstation con su pierna enyesada, una mujer de 60 años queda en total soledad después de serle infiel a su pareja, una mujer de 32 años pide por su perro desde el exilio, una mujer de 42 años escribe un poema sobre el arte de sobrevivir. Todas estas mujeres son Cristina Peri Rossi y, sobre todo, todas estas mujeres escriben. Atemporal, intensa y audaz, la autora uruguaya es una de las claves para entender por qué nosotras escribimos lo que escribimos ahora.
Sofía de la Vega
Los poemas de Cristina Peri Rossi son barquitos de papel que navegan el océano, eliminan la distancia del exilio, transmutan el tiempo y no se amedrentan ante la peor de las tempestades. “Detente, instante, eres tan bello” es a la vez un imperativo, una expresión de deseo y una afirmación de belleza, los tres parten de la misma motivación: revertir lo imposible. En este, y en muchos otros sentidos, su poesía es revolucionaria.
Daiana Henderson
**Te amamos, Cristina Peri Rossi. Todos sus poemas te quedan rondando una vez que los lees. Les dejo uno de mis favoritos:
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
–ni Freud, ni Martí–
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado,
la literatura tiene sentido
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Enganchada a una lengua/ como a una madre, es tremenda Peri Rossi, feroz como una loba a la que han dejado sola (aunque podríamos encontrarle una hermana en Thénon). Sarcástica, impiadosa, descarnada, trató a la poesía como la hembra de otra hembra y escribió con desparpajo el desgarro del exilio y el deseo lésbico. Lo suyo no es la ternura ni el lamento, lo suyo es el aullido.
María Teresa Andruetto
Desde la lírica amatoria, en la que el registro de la lengua oscila entre el erotismo y la exaltación refinada, hasta los poemas de denuncia, de exilio, la nostalgia, el sida, el supermercado, la escritura, las revelaciones, Cristina Peri Rossi es un cuerpo que se alivia en el desborde, una lengua virando hacia el gemido, el grito que encuentra, en la palabra, un límite probable.
Elena Anníbali
Una mujer de 69 años juega a la Playstation con su pierna enyesada, una mujer de 60 años queda en total soledad después de serle infiel a su pareja, una mujer de 32 años pide por su perro desde el exilio, una mujer de 42 años escribe un poema sobre el arte de sobrevivir. Todas estas mujeres son Cristina Peri Rossi y, sobre todo, todas estas mujeres escriben. Atemporal, intensa y audaz, la autora uruguaya es una de las claves para entender por qué nosotras escribimos lo que escribimos ahora.
Sofía de la Vega
Los poemas de Cristina Peri Rossi son barquitos de papel que navegan el océano, eliminan la distancia del exilio, transmutan el tiempo y no se amedrentan ante la peor de las tempestades. “Detente, instante, eres tan bello” es a la vez un imperativo, una expresión de deseo y una afirmación de belleza, los tres parten de la misma motivación: revertir lo imposible. En este, y en muchos otros sentidos, su poesía es revolucionaria.
Daiana Henderson
**Te amamos, Cristina Peri Rossi. Todos sus poemas te quedan rondando una vez que los lees. Les dejo uno de mis favoritos:
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
–ni Freud, ni Martí–
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado,
la literatura tiene sentido